🎬 No es solo mirar… es capturar 🎥
Ver a tu pareja con otro hombre ya es, para muchos, una fantasía extrema.
Pero hay un paso más allá: grabarlo todo.
No solo mirar en directo.
Sino guardar, conservar, repetir.
Convertir el morbo en una colección privada de imágenes, sonidos y recuerdos.
Y volver una y otra vez… como quien no puede dejar de ver una escena que lo consume por dentro.
📲 Todo empezó con un móvil…
La primera vez fue improvisada.
Él sostenía el teléfono. Ella reía. El bull lo ignoraba.
Pero cuando lo vio al día siguiente —ella de rodillas, él detrás, los gemidos, el sudor— algo se encendió en su cabeza.
“No solo me excitó. Me obsesionó. Lo vi cinco veces esa noche.”
Desde entonces, cada encuentro fue grabado.
A veces con discreción.
Otras, con trípode, luces, ángulos.
Y poco a poco, lo que era un juego sexual se convirtió en un ritual audiovisual.
🔁 El deseo en bucle
Reproducir los vídeos no era solo para recordar.
Era para revivir.
Para observar cada gesto, cada mirada de ella hacia su bull.
Para analizar su sumisión, su entrega, su éxtasis.
Y, con el tiempo… para notar cómo él, el marido, desaparecía del encuadre.
💻 Archivos ocultos, sesiones privadas
Muchos maridos cornudos con fantasías QOS tienen hoy una carpeta secreta.
Algunos la llaman “Ella”, otros simplemente “Videos”.
En ella guardan horas de grabaciones, a veces editadas, con música, cortes, zooms.
Y cuando están solos, cansados, o necesitados… vuelven a ellos.
Una especie de consuelo, de obsesión, de excitación dolorosa.
“Es como una película que nunca se acaba. Cada vez que la veo, siento algo distinto. Morbo, celos, ternura… y deseo.”
📸 ¿Quién dirige la escena?
En algunos casos, es el marido quien filma.
En otros, es el bull quien graba.
Y a veces, ella misma toma el control, como una actriz que sabe lo que está provocando al otro lado de la pantalla.
Ese triángulo visual genera una tensión única:
- Quien filma ya no participa.
- Quien aparece domina la atención.
- Y quien ve… sabe que esa escena ya no le pertenece.
🧠 ¿Morbo… o mecanismo de defensa?
Para algunos, grabar es una forma de mantener el control.
Creen que, mientras haya cámara, hay límites.
Pero muchas veces ocurre lo contrario: la grabación libera a la pareja.
Ella se suelta más.
Él se reduce al rol de espectador.
Y el bull se crece, sabiendo que está dejando huella… no solo en ella, sino también en la memoria digital del marido.
💬 “No puedo parar de verlo… y no quiero que pare”
Un testimonio real:
“A veces me excito más con el vídeo que con ella en persona. Es como si se volviera inalcanzable. Como una estrella del porno privada… que es mía, pero no del todo.”
💡 ¿Y tú? ¿Te atreverías a grabarlo todo?
¿Serías capaz de filmar a tu mujer con otro hombre?
¿Y si cada vez que lo miraras… sintieras que ella se te escapa un poco más?
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